Este objeto de veneración, con un poderoso simbolismo, capaz de curaciones inopinadas y actos espectaculares, proviene de una aparición, de un momento de amor divino hecho carne y luz, del acercamiento entre una novicia joven y humilde de solamente veinticuatro años y la Virgen María. En una conversación nocturna que duró horas, llevada a cabo no únicamente de palabras, sino más bien de miradas, movimientos, manifestaciones de afecto y devoción y una promesa vibrante. Cadena de caja de 16 “Sterling también disponible SIN cambio en el valor. Deja un mensaje o envía un convo si escoges una cadena de 16”.
La Virgen de la medalla milagrosase apareció a santa Catalina Labouré en 1930. De esta manera, de vez en cuando, María desciende para recordar a quienes creen y confían en ella, su deber, su voluntad de contribuir a los hombres y mujeres en su viaje diario, de apoyarlos, defendiendo siempre y en todo caso su causa ante los ojos del Padre. El Catolicismo reconoce la posibilidad de que ciertos hombres y mujeres especialmente merecedores, a lo largo de los siglos, hayan recibido la visita de Jesús, la Virgen María o un Santurrón o Beato particularmente. Con ocasión de estas visitas, estos hombres habrían recibido mensajes, revelaciones, incluso órdenes, dirigidos al bien de ellos y de toda la red social cristiana. La naturaleza misma de la religión católica, intensamente centrada en una dimensión interna de oración y meditación personal, nos hace comprender cuán importante es la presencia de ‘signos’ perceptibles, a veces aun tangibles.
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En febrero de 1832, París fue arrasada por una terrible epidemia de cólera, que ocasionó más de 20,000 muertes. Las Hijas de la Caridad distribuyeron esta vez las primeras 2,000 medallas y también rápidamente han comenzado a celebrarse las curaciones, adjuntado con las conversiones. Por eso los parisinos comenzaron a llamar a la medalla «milagrosa». Catalina Labouré, proclamada santa en 1947 por el Papa Pío XII, ha dicho ser testigo de muchas visualizaciones a lo largo de su historia. La primera cuando ella era una adolescente, cuando San Vicente de Paúl se le apareció en un sueño para invitarla a sumarse a su Compañía de las Hijas de la Caridad. Durante el noviciado tuvo otras visualizaciones, de Jesús que se encuentra en la Eucaristía más allá de las visualizaciones del Pan, y como Cristo Rey crucificado, despojado de todos sus ornamentos.
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Los rayos de luz que provienen de los anillos en los dedos de María son el símbolo de las gracias que otorga a todos sus hijos, de su misión de cariñosa intermediaria entre los hombres y Dios. Los rayos de gracia que caen sobre la tierra difunden el cariño y la salvación, y la luz que emanan simboliza el triunfo de María entre esos que fueron y serán salvados, inmaculada desde su concepción, portadora de una gracia particular, en virtud del Hijo que ha llevado en su vientre. En este papel de Madre y Salvadora, María mata a la Serpiente, la causa de todos y cada uno de los males de la humanidad. La Medalla Milagrosa encierra toda la riqueza de María. La Virgen, machacando la cabeza de la serpiente infernal y aureolada de aquellas letras de oro, aparece como Inmaculada. Los rayos que van de los anillos de sus dedos, nos dicen que es Virgen vigorosa y medianera de todas y cada una de las gracias que Dios manda al planeta a través de Ella.
La M, junto a la Cruz, nos manifiesta que es Corredentora. Los dos Corazones son, aparte del símbolo del amor de Cristo por los hombres y del de su Madre, hecha Madre nuestra, el resumen de la devoción los Sagrados Corazones. Por último, las doce estrellas que la rodean, nos enseñan que Ella es Reina. Seguidamente, dejando caer sus brazos hacia el suelo, en actitud de benévola conmiseración, las manos de la Virgen se llenaron de anillos resplandecientes y de piedras preciosas, envolviendo en resplandores la tierra puesta bajo sus pies.
La Virgen acudió allí y se sentó en el sillón que utilizaba el sacerdote en sus pláticas a la red social. Y para mejor ser útil a tu Divino Hijo, inspíranos un profundo odio al pecado y danos el coraje de afirmarnos siempre y en todo momento verdaderamente cristianos. Medalla de la Milagrosa en forma ovalado de metal plateado con esmalte azul, su medida es de 30 mm de prominente. Hoy en día hay miles de millones de visualizaciones de la Medalla Milagrosa, en oro, plata y metales menos nobles. Se puede conseguir para la venta en todas y cada una de las tiendas que tratan con productos religiosos y, por supuesto, en tiendas online.
Sostuvo estas visualizaciones ocultas durante toda su historia, contándoles a punto de morir solo a su confesor. La Medalla Milagrosa, símbolo de devoción y fe, de las gracias infinitas que la Virgen María otorga a sus hijos. Las tiendas de Etsy jamás reciben los datos de tu tarjeta de crédito. Los costos de envío de las devoluciones corren a cargo del comprador. Si el artículo no se devuelve en su estado original, el comprador será responsable de cualquier pérdida de su valor. Este vendedor recibió de forma sistemática reseñas de 5 estrellas, envió los pedidos de forma puntual y respondió de forma rápida a los mensajes que recibió.
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Leamos la aparición y el mensaje que en ella se nos comunica, escrito por la misma santa Catalina Labouré. Leamos el mensaje escrito por exactamente la misma santa Catalina Labouré. En la calle del Bac, número 140, en pleno centro de París, está la vivienda madre de la Compañía de las Religiosas Hijas de la Caridad, que fundaran san Vicente de Paúl y santa Luisa de Marillach. Santísima Virgen, yo creo y confieso tu santa Inmaculada Concepción, pura y sin mancha. La Medalla que la Virgen le indicó a Santa Catalina a fin de que se acuñara y distribuyera se llama Medalla Milagrosa, con referencia a los varios casos de curación y conversión que ocasionó.
En el reverso de la misma, la imagen de la Medalla Milagrosa y la de la gruta de Lourdes, asociadas estrechamente, ponían de relieve el nudo íntimo que une ámbas apariciones de la Virgen con la definición de¡ dogma de la Inmaculada Concepción.. La Medalla, Milagrosa es famosa en todo el mundo . Pero frecuentemente se ignora que las apariciones de la Capilla de la Calle del Bac prepararon los enormes acontecimientos de Lourdes. Una vez acuñada la medalla, y propagada exuberantemente, los acontecimientos dieron pruebas del origen divino de su mensaje. En la noche del 18 al 19 de julio de 1830, Catalina Labouré, una novicia de veinticuatro años, natural de la Borgoña, de una familia de labradores acomodados, fue despertada por la voz de un niño de cinco años que le invitó a seguirle hasta la capilla del convento, de las Hijas de la Caridad.