Me cuenta que hace unos años salió a Estados Unidos de mojado. Tuvieron que cruzar un par de veces el río (quizás lo hicieron en uno de los puntos en los que el río se bifurca). “Yo llevaba una pequeña imagen de la Santa, y a ella me encomendé”.
Que sólo tenga pensamiento, ojos, corazón y realización sexual conmigo. Tras 40 minutos que haya publicado la oración la persona te procurará. Hay muchas personas que me quieren y que quieren verme bien, lo sé, y me refugiaré en ellas.
Karla Campos, Sacerdotisa De La Santa Muerte
Lo que importa es neutralizar sus efectos perjudiciales, dando amor a eso que inspira miedo. Cosificar es, de alguna manera, hacerse dueño de algo, en cierta manera, ponerlo a nuestro servicio para que nos salve. Tepito es un improvisado santuario, pero, también, un centro mágico, donde las frases y las lágrimas, se mezclan con las preces, las estampas y la monótona adulación del rosario. Pero, como la desaparición no llegó todavía, y la vida bulle, el devoto y el que no, comercian con todo cuanto se necesita para seguir peleando, y se ofrecen comida, bebidas, indumentaria, fantasia, estampas y armas, por si acaso la devoción falla. Se suceden los padresnuestros -con el ritmo de letanía propio del rosario- y las necesidades, pero en ningún instante se expresa modelo moral alguno, ni ético o de accionar esperado. El acto religioso se restringe a las oraciones y a las necesidades.
En más de una ocasión también, oímos decir que al llevarlo a cabo, el desgraciado moría en el acto y en paz. En este país, en lo que hace a la muerte como tema de folklore, contamos un singular personaje, que es precisamente el que nos llevó a concebir el presente capítulo. Nos estamos refiriendo al “payé” San La Muerte.
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Desde ahí comienzo a producir mi trabajo, empieza a haber trabajo. Mi tío travesti ha sido mesera, fichera y prostituta; va a donde la transporta el viento. Se aproximó a la Santa por el hecho de que quería mucho más dinero, flores y cerveza. Luego cuando salió libre se metió a trabajar a un bar. Un día prácticamente lo pasan a matar unos Zetas que se emborrachaban ahí; no les gustó que mi tío fuera travesti. Lo estropearon, lo torturaron y lo mandaron al hospital; no lo mataron pues la Santa lo protegió.
La fe de uno mismo es lo que hace que ella se mueva a tu favor. El almacenamiento o acceso técnico que es usado exclusivamente con objetivos estadísticos anónimos. Sin una requerimiento, el cumplimiento voluntario por parte de su distribuidor de servicios de Internet, o los registros adicionales de un tercero, la información guardada o recuperada sólo para este propósito es imposible usar para identificarlo.
Cuando vengo acá no quiero irme, ni que concluya la misa. No le he pedido algo grande todavía, solamente que cuide a mi familia y que me proteja. Bueno, todos y cada uno de los días le pido que resguarde a mi marido, es taxista, y va mucho a los pueblos de los aledaños.
A ella la conocí hace ocho años por un tío que es travesti, no es un devoto fiel cien por ciento, pero sí es muy respetuoso. Mi tío, mi abuela, mi mamá y yo vivíamos juntos. A mi tío no lo dejaban tenerle un altar, solo unas candelas en un rincón; el motivo de mi mamá era que la Santa te birla la vida, y otras cosas.
Karla apaga el micrófono y prende un cigarrillo. Una devota se levanta de su silla y pasa al frente cargando a su sobrino de un año. Juan Carlos se acerca a la mujer y también intercambian algunas expresiones. Ella coloca una de sus manos sobre los ojos del infante y él prende su Cohiba y descarga cinco nutridas bolas de humo sobre el rostro del bebé.
Tras diez años quedaría en el olvido mi personaje, Tres Patines. Lo que sí es que la Santa ya no desea estar con mi tío, por el hecho de que muchas veces ocupo a la Pequeña en su beneficio, la uso y no le dio nada a cambio; ni un rezo. De ahí que, si tiene a la Niña, le va peor, aquí asimismo lo encarcelaron por hurtar; la Pequeña por el momento no le ayuda.
Testimonios De Seguidores De La Santa Muerte
La Santa también puso de su parte para asistirle a conseguir trabajo apenas llegó a San Antonio, en Texas. Llegó incluso a desmayarse mientras que estaba subido en uno. Pero pagaban bien, nada que ver con los sueldos pobres de México. La pequeña imagen de la Santa que llevó consigo le sirvió para ponerle un altar. Los otros mexicanos que vivían con él asimismo le ponían veladoras y flores cuando podían.