Ha presenciado la muerte mucho más atroz e injusta que se haya realizado jamás, pero al mismo tiempo le incita una enorme esperanza sostenida por la fe. María saca su fortaleza de la oración y de la confianza en que la Voluntad de Dios es lo mejor para nosotros, si bien nosotros no lo entendamos. Por este dolor tan amargo, que tantos años afligió vuestro corazón, les ruego Señora que me alcancéis la felicidad de que tanto en mi vida como en la hora de mi muerte tenga grabados en el corazón la Pasión de Jesús y vuestros dolores. Me compadezco de vos, Madre afligida, por la sexta espada que les traspasó al notar herido de parte a parte el dulce corazón de tu Hijo ahora difunto, y fallecido por aquellos ingratos que ni aún tras su muerte habían cesado de atormentarle.
VII. Me compadezco de Vos, dolorida Virgen, por aquel desconsuelo que vuestro amantísimo corazón experimentó en la sepultura de Jesús. Oh desprotegida Mi madre! Por vuestro corazón, en extremo afligido, alcanzadme del Señor la virtud de la diligencia y el don de Sabiduría. ¡Oh, Madre afligida!
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Llorad, que tenéis razón para ello. ¡Quién pudiera consolaros! Nada puede daros consuelo sino el meditar que Jesús con la muerte ha vencido al infierno, ha abierto el cielo, que estaba cerrado para los hombres, y ha conquistado tantas ánimas.
Os ruego, Señora, por la angustia que padecisteis adjuntado con vuestro hijo agonizante, y por la ternura que experimentasteis cuando Él les charló por última vez desde la cruz y se despidió de Vos, dejándoos por Madre de todos los hombres en la persona de San Juan. Y Vos, constante allí, le visteis después de inclinar la cabeza y expirar, les suplico me alcancéis la felicidad de que viva crucificado por vuestro amor, a fin de que logre consagrarme mi vida a Dios y entrar después en el cielo a disfrutar de su presencia. Virgen Madre de Dios y Mi madre, haced que tenga presente constantemente la pasión de Jesucristo y nuestros santos dolores, a fin de que todos y cada uno de los días de mi vida los emplee en llorar esos dolores y los de mi Redentor Jesucristo.
Via Matris Dolorosae
Por el dolor que tuviste al dejar el cuerpo de tu Hijo en el sepulcro, te suplico me concedas la gracia para aborrecer el pecado y vivir muerto a los deseos del mundo. Por el dolor con que fuiste tan atormentada en tu alma, te suplico me des lágrimas de verdadera contrición, para que sea meritoria la compasión que siento por tus dolores. Madre mía dolorosísima. Por el mérito de aquel dolor que sufristeis viendo conducir a la desaparición a vuestro dulce Jesús, alcanzadme la felicidad de llevar con paciencia las cruces que Dios me manda. Feliz sería si supiera acompañaros con mi cruz hasta la muerte.
_al salir precipitadamente a Egipto para eludir que Herodes asesinara a su Hijo. _al vivir los tres días inacabables de tinieblas al haber perdido a su Hijo en Jerusalén. _cuando murió S. José, quien era su acompañamiento, ayuda y compañero. El siervo leal y sensato. _cuando ella queda sola pues su Hijo salió de Nazaret y comienza su vida pública.
A continuación se tiene la plática o Sermón finalizando, tras ésta, los Cultos con la Exposición Solemne del Santísimo Sacramento, rezo de la estación Eucarística, Bendición, preces de desagravio y Reserva de su Divina Majestad. “Él (José de Arimatea), tomando el cuerpo (de Jesús) lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó en su propio sepulcro, del todo nuevo, que había sido excavado en la peña, y corriendo una piedra grande a la puerta del sepulcro, se fue”. (Mt. 27, 59-60).
Dejadme acercar a Vos para llorar en vuestra compañía, para llora con mucho más fundamento mis pecados, causa de la desaparición de Jesús. Madre mía, por la muerte de mi Redentor y por los méritos de nuestros dolores, espero el perdón y la salvación eterna. Entonces se hallaron los ojos de ambos y vuestras miradas se convirtieron en otras tantas crueles saetas, con las cuales al tiempo heristeis a los corazones enamorados de Jesús y de Vos. Virgen dolorosísima, Vos sois la esperanza de los cristianos; acoged la súplica de un pecador que les quiere tiernamente, honra de un modo especial y pone en Vos la esperanza de su salvación. Yo os debo la vida, Vos me volveréis a alcanza la felicidad de tu Hijo; Vos sois la prenda alguna de mi salvación.
Acompañamiento A La Virgen Dolorosa
Vos y Jesús, siendo inocentes, habéis llevado una cruz pesada, y yo pecador, que he merecido el infierno, ¿rehusaré la mía?. ¡Oh Virgen dolorosa! Quisiera que Vos me ayudaréis a padecer las cruces con paciencia y resignación. Aquellos que propaguen esta devoción, sean llevados de esta vida terrena a la alegría eterna, sus errores van a ser perdonados y el Señor va a ser su gozo y consuelo eterno. Pero van a ser los «Siervos de María» los que propaguen esta devoción como hoy la conocemos, meditando sobre siete de sus dolores acompañándolo del Avemaría.
El Martirio De La Virgen Dolorosa
_cuando sabe de todas y cada una de las mofas, asaltos y persecuciones que tiene Jesús por su enseñanza. Por la incredulidad, la aspereza, la ceguera, la obstinación, el odio, la dureza de los corazones que no admitían a Jesús. _al saber a Jesús apresado, traicionado, abandonado, azotado, coronado de espinas, culpado a muerte.